Remembranzas de la Semana Santa Izalqueña

Datos de Interés.

Ubicación: Izalco.
Datación: Siglo XX.
Fiesta: Cuaresma y Semana Santa.

Con el devenir de los tiempos, la Cuaresma y Semana Santa izalqueña han sufrido grandes transformaciones; muy poco queda de aquel esplendor del que gozaron estas actividades durante la primera mitad del siglo pasado. Tiempos en los que según los izalqueños longevos, las cosas "eran más solemnes y se tomaban con toda la seriedad del caso". Hacer comparaciones con los tiempos actuales, sería infructuoso debido a que se trataba de otro momento histórico, de otra sociedad, que en medio de muchas carencias materiales y pocos o nulos recursos tecnológicos, vivía esas fechas con más sencillez y regocijo espiritual propiciando un ambiente de mejor religiosidad popular.

Muchas tradiciones se perdieron; de otras, apenas quedan remanentes que se niegan a morir. Esplendorosa e imponente aún en nuestros días, la imaginería de madera policromada procedente mayoritariamente de Guatemala que, bajo el resguardo de las actuales Hermandades de Pasión, no necesariamente es sujeta del cuido y valoración de la que dignamente deberían ser objeto. Pero, veamos cómo era la Cuaresma y Semana Santa de esos tiempos, tomando como base ciertos escritos y testimonios de izalqueños de esa época y que aún retienen en su memoria las imágenes y hechos, a pesar del paso de los años.

Martes de Carnaval.
Todo indica que la actual tradición de los "cascarones" que sirven de fiesta en los parques, escuelas y mercado, data desde mucho tiempo atrás. Pero hacia mediados de los años cincuenta del siglo pasado, los izalqueños ladinos del barrio Dolores celebraban "el carnaval" de una manera muy singular: "también se podía ser compadre o comadre por medio de las "palomas de carnaval". Esta antigua tradición, la recordaba muy bien Carmen Ramírez de Díaz, hija del recordado José Dolores Pinto: "Antes, el Martes de Carnaval mandaban a las casas unas palomitas de dulce y así lo hacían comadre a uno... las hacía la Niña María Rivas... yo tenía dos comadres que me enviaron el "presente" a mi casa... muchos creen que sólo los cascarones eran la forma de hacer comadres, pero no es así". Lamentablemente, no recordaba con certeza de cuándo desapareció esta tradición, pero sí aseguraba que era parte esencial de cada Martes de Carnaval en el barrio ladino de Izalco.

Viernes de Dolores.
El escritor izalqueño Francisco Herrera Velado, en su célebre "Agua de Coco", recoge una tradición de tiempos perdida que realizaba la antigua cofradía de la Virgen de Dolores en este día:
La Campanilla de Dolores:"Es un día viernes de Dolores. Estamos en Izalco. Desde muy temprano de la mañana se oye la algarabía de los chiquillos que gritan en la calle. ¡El Nazareno! ¡Ahí viene el Nazareno! La campanilla de Dolores es una vieja devoción de los indios. En cualquier trastada que cometen durante el año, o por cualquier incidente (cárcel, machetazos, penas de amor) ya se sabe: "hacen la promesa". El penitente pónese un hábito de color pardo, cíñese a la cintura un lazo cuyas extremidades encárgase de agarrar los cipotes del vecindario, y echa a correr por las calles sonando la campanilla. De tal modo, va pregonando las limosnas que lleva en un vaso. La turba bulliciosa se encarga de cuidar al Nazareno -para que no vaya a robarse un cuis-. Porque todos los cipotes están atentos cada vez que le dan al recaudador la moneda de a tres centavos. Para los vecinos de Izalco, el viernes de Dolores es el día de hacerse demostraciones de afecto con la campanilla tradicional de la Cofradía.

Es un modo de mandarse saludes. -Saludes de a cuis- dicen los cipotes. Pero es mejor que sigamos al Nazareno. Así, veréis mucho más de cuanto yo os pudiera contar. Vamos tras él. Además, amables lectores, conoceréis el lado flaco de algunos vecinos. Porque, así como hay muchos -los más- a quienes gústales recibir la campanilla, también hay otros que rabian como si les diesen un sablazo. ¡Tiene uno que gastar tantos cuises... por esa costumbre de los indios!". SIC

Los izalqueños sobrevivientes de esa época de esplendor folclórico de nuestra Cuaresma y Semana Santa, poco se recuerdan de la Campanilla de Dolores; muy pocos hacen memoria de esta tradición. Con el afán de descubrir el pasado, tuvimos la gran oportunidad de oír de primera mano, las memorias que guardaba Carmen Ramírez de Díaz, a quien le escuchamos atentamente y de quien pudimos evidenciar el "orgullo" con el que nos narraba sus épocas, asegurándonos con mucha nostalgia que "esos tiempos jamás volverán, que Semanas Santas como las del Padre Castillo y las del Padre Arévalo, sólo han quedado para el recuerdo".

Esta información es de importantísimo valor para los izalqueños jóvenes, que lamentablemente desconocen las historias de la Cuaresma y Semana Santa de nuestro querido Izalco de mediados del siglo XX, y que en definitiva, vale la pena conocer. Devota desde su niñez, Carmen Ramírez siempre participó en las distintas actividades de la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores en esta época tan especial: "Antes, durante toda la Cuaresma, a las 7 de la noche, se rezaban los Vía Crucis dentro de la Iglesia... eran los tiempos del Padre Castillo... Despues Jesús de Dolores salía los Viernes de Dolores, también a las 7: de la Iglesia salíamos con la Procesión y cruzábamos calle al cementerio y luego, doblábamos calle del mercado... esquina opuesta donde "los Martínez", era la Primera Estación. Seguíamos hasta llegar a la esquina de la Mario Calvo, ahí cruzábamos hasta llegar a la esquina opuesta a la Iglesia de "allá abajo" -se refería al Templo Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción; de hecho, aún podemos escuchar a los izalqueños mayores, referirse de esa forma para ubicarlo-. Ahí terminaba la Procesión y en silencio por la calle principal, regresábamos a los santos a la Iglesia... la Niña Elodia Noches era la que rezaba las Estaciones; no llevábamos banda de música, ni luces... eso de las Marchas es nuevo... recuerdo que el encargado de los Santos de la Iglesia era José María Sarmiento... los Miércoles de Dolores, era la Vela de los Santos, no había Pasada para eso".

Proseguía: "De la Campanilla de Dolores me acuerdo poco, pero sí existió, más que nada era una tradición de los inditos, acá arriba pocos ladinos participaban de esa tradición... a las 8 de la mañana era la Misa de la Virgen. Misas como esas jamás volverán, el Padre Castillo era único para decirla... para poder celebrarla, la "Manda de Dolores", salía por todo el pueblo a pedir limosnas para los gastos del Altar y lo demás. A la 1 de la tarde, empezaban "las Tres Horas de la Virgen", que se hacían dentro de la Iglesia... Ricardo Solano era el de la música de organillo. El Vía Crucis de ese día, salía a las 7 de la noche y entraba a las 10; en los primeros años no salía Jesús de Dolores como ahora: el Señor de la Columna iba adelante y después seguía la Virgen de Dolores… la Virgen grande del Altar Mayor de la Iglesia y no terminaba en la esquina de la "Iglesia de allá abajo", sino que continuaba la Procesión hasta llegar a la propia Iglesia y luego de regreso, era un Vía Crucis muy solemne". Como podemos apreciar, si comparamos con nuestra actual Cuaresma, hay muchos cambios significativos: sobresale el hecho de que el Viernes de Dolores, se procesionaban las imágenes de la Virgen de Dolores y el Señor de la Columna.

Semana Santa.
"El Domingo de Ramos, la Procesión de las Palmas salía de la Iglesia de "allá abajo", era la única vez que la abrían para la Semana Santa, ya que antes, sólo acá en la Iglesia se hacía todo... la Procesión se iba recto por la calle principal que era empedrada, la gente sembraba estacas y ahí ponían flores y palmas... el Padre Castillo iba adelante con un gran ramo, especialmente hecho por la Guardia del Santísimo para él. Hombres mayores vestidos de Apóstoles, cargaban el Anda con el Corazón de Jesús... iban cantando. El Lunes Santo no había nada especial en la Iglesia, sólo la Vela de Jesús en el Templo, pero eso fue hasta cuando ya había Ermita. Ahora el Martes Santo, sí había movimiento. Mi papá hacía el Huerto para Jesús Nazareno. A las 8 de la mañana era el "Sermón del Huerto". La Procesión de Jesús, entraba a las 12. En la noche era la Vela de Jesús de Dolores en el Atrio de la Iglesia, llegaba la Banda, había chilate, era bien alegre. Ya el Miércoles Santo, se hacía el Sermón de Jesús Nazareno y salía la Procesión.

El Jueves Santo era un día especial, nada que se parezca a lo de hoy. Había mucho respeto; a las 6 de la mañana, había "Misa Especial", sólo los mayores entraban, nada de jóvenes, ni cipotes... ya a las 9 había otra Misa, ahí sí podía entrar el que quisiera. A las 3 de la tarde era el "Sermón del Lavatorio"; las Señoras del Santísimo escogían a 12 niños, a quienes el Padre Castillo les lavaba los pies tal y como Cristo lo hizo. El Santísimo era Procesionado dentro de la Iglesia y luego cubrían el Altar de la Iglesia y "sonaban las matracas. Entonces comenzaba el luto. Recuerdo que el Padre Arévalo, uno de los mejores que hemos tenido, se quitaba los zapatos, acostaba un Cristo en el suelo y le ponía uno a uno los clavos, mientras él iba explicando lo que estaba haciendo, "hasta nos hacía llorar".

Jesús quedaba tendido toda la noche hasta las 5 de la mañana del Viernes Santo. Nadie podía barrer el suelo, no se podía escupir, ni correr o patear fuerte, nada de comer carne, porque "Cristo estaba tendido. Qué tiempos aquéllos, todo era respeto, todo se hacía con seriedad. Todo mundo pasaba en la Iglesia el Jueves Santo o se iba a la Procesión de Jesús Nazareno que igual era muy solemne; gentío había en las calles yendo a la Procesión o a visitar el "Monumento" de la Iglesia. Ya el Viernes Santo, a las 9 de la mañana salía el Vía Crucis. Tempranito llevaban al Señor de las Once y a los Santos a la Iglesia, desde donde las Niñas Barrientos que eras sus dueñas y los prestaban a la Iglesia sólo este día. A las 11 en punto, eran "Los Encuentros. Todos los que íbamos detrás de Jesús durante toda la Procesión, que siempre ha sido muy soleada, esperábamos a que entrara y cuando lo bajaban, "estábamos listos a besarle los pies al Señor, para ganar Indulgencias. La Niña Toñita Artiga, era muy devota a esta tradición.

A Jesús lo bajaban del Anda y de inmediato se lo llevaban a las Niñas Barrientos de regreso. A la 1 de la tarde, eran los Oficios. Sólo Pedro Canales conocido en el pueblo como "Pedro mudo" podía ponerle la toalla al Señor ya en la Cruz. Después del Sermón, era el Descendimiento; el Padre Arévalo narraba todo el Acto. Don Juanito Gutiérrez nos hacía llorar con "El Último Reflejo Funerario", nadie lo ha cantado jamás como él. Napoleón Gil también lo cantaba muy lindo. Todo mundo lloraba en la Iglesia en ese momento. Ungían al Señor con aceite y perfumes y lo presentaban al pueblo. El Santo Entierro salía a las 5 y entraba a las 12 en tiempos del Padre Castillo, porque nos decía que a Jesús lo habían enterrado Viernes Santo y no sábado. Él era bien estricto en estas cosas.

Ya el Sábado de Gloria, era la Procesión de la Soledad. Salía a las 5 de la tarde y entraba a las 9 de la noche; después al entrar, se hacía el "Sermón de la Soledad". A las 12 de la noche salía "el Ángel del Farolito". Era una niña vestida de Ángel que la sacaban corriendo. En la esquina opuesta de la "Iglesia de allá abajo" estaba esperando San Juan. Llegaba el Angel y le anunciaba que Cristo había resucitado y lo sacaban corriendo a él también, porque debía ir a dar la noticia. Así era mi Semana Santa".

En definitiva, los sucesos narrados nos revelan de forma clara y sencilla, la riqueza con la que el antaño Izalco celebrara de forma tan singular esta época del año.