Simplemente "Fafá"
Datos de Interés.
Ubicación: Izalco. |
Datación: Siglo XX. |
Fiesta: Cuaresma y Semana Santa. |

Nuestra Cuaresma y Semana Santa es muy peculiar. El pito y el tambor, instrumentos autóctonos son básicos en nuestra cultura ya que fueron parte de la vida social y religiosa de nuestros abuelos; con su sonido, anunciaron fiestas, ceremonias, luto o guerra. De ahí que Izalco desde sus orígenes, siempre ha contado con personajes muy sobresalientes en cuanto a su ejecución infaltables en sus fiestas y danzas. En esta oportunidad, como digno reconocimiento a su tremendo papel y protagonismo en la Cuaresma y Semana Santa izalqueña, dedicamos este espacio a un personaje que constituyó todo un ícono cultural.
Este simpático personaje era muy bien conocido por los lugareños; lo observábamos con su pequeño tambor y bolillo en mano, cuya única misión, era anunciar con el sonido de su típico instrumento, que Jesús Nazareno estaba en Velación o bien que pasaba justamente por las calles en devota Procesión. Se trató de un elemento importantísimo de la Hermandad de Jesús Nazareno -HJN-. Frente a las Andas Procesionales, "Fafá" golpeaba el instrumento propiedad de la citada Hermandad o bien lo hacía, junto a los distintos Altares de Velación del Señor, invitando a los devotos a participar de esas actividades. Incluso colaboraba a mantener el orden de los cortejos, pidiendo que los particulares se mantuvieran fuera de las vallas de cargadores.
También a este personaje, los izalqueños lo vieron como "reventador de cohetes de vara" en Misas, procesiones de cofradía y similares; se trató de un izalqueño muy importante y activo en los asuntos culturales y religiosos. A sus 80 años, todavía participó con su pueblo, sin escatimar ningún esfuerzo. La familia Méndez Barrientos residente del barrio Santa Lucía, con quienes habitó nuestro personaje muy amenamente, relatan los pormenores de cómo "Fafá" llegó a formar parte de su núcleo familiar y la historia que ellos conocieron de él.
Un 5 de marzo de 1938, Izalco vio nacer a Ángel Celestino Misto Tepata; hijo de Antonia Misto y Esteban Tepata, vecinos del barrio de la Cruz Galana, ubicado hacia el Sur del pueblo. Ángel nació con todas sus facultades físicas normales, pero en sus primeros meses de vida, el destino le deparó un acontecimiento que lo marcó para siempre: contaba su madre que, teniéndolo a él en brazos, se desató una feroz tormenta y que junto a su casa de habitación había un cocotero; mientras llovía cayó un estruendoso rayo, aterrizando precisamente sobre la palmera. Tras el susto relataba ella, soltó al infante y este cayó al suelo quedando inconsciente; tras el alboroto y tras su reacción y viéndolo tirado en el suelo con la mirada perdida, la angustiada madre pensó lo peor. Los vecinos rápidamente llegaron a su auxilio y de igual manera, pensaron que el niño estaba muerto.
Agregaba, que la boca de nuestro personaje dejaba entrever la lengua que lucía retorcida. De repente y para alegría de todos, el infante volvió en sí y con los días daba la impresión de que todo había pasado sin mayores inconvenientes; pero lamentablemente, Ángel había quedado muy lastimado, dando como resultado que el daño lo dejaría mudo para el resto de su vida. Curiosamente, no perdió el sentido del oído, por lo que era fácil lograr la comunicación con él, ya que entendía perfectamente cuando alguien le hablaba, aunque claro está que respondía por medio de señas. Nuestro amigo, siempre sonriente y al frente de Jesús Nazareno, constituyó una estampa muy izalqueña cada Cuaresma y Semana Santa.
Cuenta la citada familia, que cuando Ángel tenía aproximadamente 15 o 16 años, Salvador Tutila lo contrató para que le ayudara a pastar unas vacas que tenía, pero que, para facilitarle su trabajo le proporcionó una pequeña habitación para que se quedara a dormir, ya que de madrugada debía iniciar su trabajo. Este hecho fue muy importante en la vida de nuestro querido amigo, ya que por esto dejó su hogar y poco a poco “se fue quedando” en el lugar; pasó el tiempo y aunque el trabajo por el que fue contratado terminó, se quedó a vivir definitivamente con ellos, por lo llegó a ser visto como “uno de la familia”.
Ángel nunca se casó y tampoco procreó hijos; lo más seguro es que esto se debió a su impedimento físico. En plática no muy fácil de llevar por quien escribe estas líneas, le preguntamos sobre cómo llegó a la Hermandad de Jesús Nazareno y nos respondió con su lenguaje mímico, que cuando tenía 15 años, el tamborilero de ese entonces falleció y que lo llamaron, porque él siempre ha sido muy allegado a las cofradías izalqueñas.
Haciendo las consultas respectivas vimos que efectivamente, su participación como tamborilero de Jesús Nazareno, dató de mucho tiempo. Debemos saber, que Ángel devengó un salario simbólico por su trabajo. Si el dato que él nos proporcionó es correcto, fueron más de 60 años haciendo esta labor. Y para finalizar obviamente, hicimos la pregunta del millón: ¿Por qué los izalqueños nos referimos a él como “fafá”? La familia Méndez cuenta que escuchó esta anécdota: “Siendo niño, al no poder hablar, sólo balbuceaba y cuando quería decir “papá”, se oía “Simplemente “Fafá”.