Los Nacimientos
Datos de Interés.
Ubicación: Izalco. |
Datación: Siglo XIX. |
Fiesta: Navidad y Año Nuevo. |

Aserrín, papel, cartón, los clásicos "muñecos de barro de Ilobasco", además de las invaluables Imágenes sacras “del Misterio”, acompañados del "buey y la mula", son algunos de los componentes básicos de las obras artísticas de muchos izalqueños quienes, partiendo de su herencia familiar, poseen este legado cultural y devocional mostrado al pueblo para las navidades. Expresan su devoción elaborando los "Nacimientos" a sus Niños Dioses, no quedándose atrás las parroquias y las cofradías que poseen uno. En 2011, nos encontramos ante “El Nacimiento” ampliamente conocido en el pueblo, obra del recordado Alfredo Méndez quien muy feliz abría las puertas de su casa ubicada en el barrio de Santa Lucía, sobre la 3a. Avenida Norte para que todos los izalqueños pudieran admirar su invaluable y trabajo entusiasta. Pero antes de entrar en detalle, leamos el siguiente apunte de mucho valor histórico para contextualizar lo que ahora pretendemos dar a conocer:
Relato de Tomás de Celano (1 Cel 84-87) sobre San Francisco de Asís y el primer “Nacimiento” en la historia.
“Digno de recuerdo y de celebrarlo con piadosa memoria es lo que hizo Francisco tres años antes de su gloriosa muerte, cerca de Greccio, el día
de la natividad de nuestro Señor Jesucristo. Vivía en aquella comarca un hombre, de nombre Juan, de buena fama y de mejor tenor de vida, a quien el
bienaventurado Francisco amaba con amor singular, pues, siendo de noble familia y muy honorable, despreciaba la nobleza de la sangre y aspiraba a la
nobleza del espíritu. Unos quince días antes de la navidad del Señor, el bienaventurado Francisco le llamó, como solía hacerlo con frecuencia, y le
dijo: «Si quieres que celebremos en Greccio esta fiesta del Señor, date prisa en ir allá y prepara prontamente lo que te voy a indicar. Deseo celebrar
la memoria del niño que nació en Belén y quiero contemplar de alguna manera con mis ojos lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo fue reclinado en
el pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno». En oyendo esto el hombre bueno y fiel, corrió presto y preparó en el lugar
señalado cuanto el Santo le había indicado. Llegó el día, día de alegría, de exultación. Se citó a hermanos de muchos lugares; hombres y mujeres
de la comarca, rebosando de gozo, prepararon, según sus posibilidades, cirios y teas para iluminar aquella noche que, con su estrella centelleante,
iluminó todos los días y años.
Llegó, en fin, el santo de Dios y, viendo que todas las cosas estaban dispuestas, las contempló y se alegró. Se prepara el pesebre, se trae el heno
y se colocan el buey y el asno. Allí la simplicidad recibe honor, la pobreza es ensalzada, se valora la humildad, y Greccio se convierte en una nueva
Belén. La noche resplandece como el día, noche placentera para los hombres y para los animales. Llega la gente, y, ante el nuevo misterio, saborean
nuevos gozos. La selva resuena de voces y las rocas responden a los himnos de júbilo. Cantan los hermanos las alabanzas del Señor y toda la noche
transcurre entre cantos de alegría. El santo de Dios está de pie ante el pesebre, desbordándose en suspiros, traspasado de piedad, derretido en
inefable gozo. Se celebra el rito solemne de la misa sobre el pesebre y el sacerdote goza de singular consolación”. SIC
Como podemos ver, el Pesebre o Nacimiento es una tradición introducida al Nuevo Mundo por los frailes franciscanos, durante la Colonización y Evangelización ibérica a partir del siglo XV y XVI. Los orígenes de esta costumbre de reproducir en Imágenes el nacimiento de Jesús se remonta al siglo XIII, por iniciativa de San Francisco de Asís en la Navidad de 1223. La hermosa idea se propagó por toda Italia, luego a España y el resto de la Europa católica. En Nápoles, hacia fines del siglo XV, reprodujeron en figuras de barro a los actores del gran acontecimiento narrado por el evangelista San Lucas, en su capítulo 2, versículos 2 al 14. En cada pueblo latinoamericano y en los territorios ocupados por España en los hoy Estados Unidos, fueron incorporadas variantes de la escena del Nacimiento, acompañadas de villancicos alegóricos al pesebre, según la creatividad y los recursos de cada comunidad cristiana. La iglesia católica promovió las representaciones bíblicas del Nacimiento del Niño Jesús dentro de los templos, hogares y lugares públicos, de modo que contribuyera a exaltar la devoción navideña.
Retomando nuestra visita en 2011 al Nacimiento en casa de Alfredo Méndez, cabe decir que inmediatamente tenemos ante nuestros ojos la escena sacra, notado los finos y singulares detalles de su obra. En cada rincón, nos muestra algo digno de admirar por lo que era menester entrevistarlo, para que sea él mismo quien relatara su devoción: “El Nacimiento, tiene que estar listo ya para el Primer Domingo de Adviento; así debe ser”. De esta forma muy seguro de su devoción, inició su relato dejándonos muy en claro que no se trata de algo que se hace sin sentido, sino que esto es parte del vivir acorde a los lineamientos de la Iglesia. Aseguraba que las efigies sacras del Niño Dios, Santa María y San José, eran propiedad de la recordada Carmelita Cea, por lo que calcula que tienen más de 135 años de existencia: “Contaba la Niña Carmelita, que una vez llegó a la puerta de su casa, un chapín a pedirle un vaso de agua y platicando, él le dijo que tallaba imágenes; fue así como con el interés de la señora, le hizo las Imágenes ahí en su casa”. A partir del 7 de septiembre, el ilustre izalqueño comenzaba a pensar en el diseño que había de elaborar cada año y felizmente llevaba ya 45 años ininterrumpidos de “poner El Nacimiento”.
El tiempo que le llevaba terminarlo oscilaba entre 4 o 5 días, dependiendo de las dimensiones y detalles que había de tener. La obra de este año
era de 6 metros de largo por 3 metros de ancho. Le preguntamos sobre los materiales empleados: “Mire, el Nacimiento de este año, lleva papel, cartón,
aserrín, zacate de conejo y de jaraguá, cáscaras de cedro, distintos tipos de piedras, durapax, madera, papel tapiz, luces y los infaltables melones
de castilla para que perfumen el Nacimiento”. Recordaba que a mediados del siglo pasado, los Nacimientos famosos por su tamaño y detalles, eran los de
los hermanos Martínez: Juan y Rafael, “Don Lalo Vega”, la familia Barrientos, Cervando Castillo, entre otros". Y para que no quedara duda de su pasión
y devoción por escenificar la llegada del Rey de Reyes, terminó su plática con estas palabras: “No ha pasado esta Navidad y ya estoy pensando cómo lo
voy a hacer para el otro año”. Así, otra manifestación patrimonial infaltable que en cada Navidad, forma parte de la época.
A la memoria de Rafael Alfredo Méndez Juárez -Descanse en Paz-.
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