Las Pastorcitas
Datos de Interés.
Ubicación: Izalco. | Datación: Siglo XX. |
Fiesta: Navidad. |

¡Ha Nacido el Niño Dios!
En Izalco llegaba la Navidad y las Pastorcitas o "Pastoras" por tradición, iban haciendo sonar sus cayados anunciando que se disponían a ir a visitar
al Niño Dios en su humilde pesebre, llevándole ofrendas como símbolo de reverencia al ser Él, Rey de Reyes. Antes de entrar en detalles, habrá que
hacer una aclaración en sumo necesaria a fin de esclarecer confusiones: existen dos actividades similares en cuanto a la celebración del Nacimiento
del Niño Rey. La primera, cuyo nombre original es "Las Pastorcitas o Pastoras", es la que ahora retomamos y la segunda, es conocida como
"La Pastorela" la cual es una obra teatral, que no incluye ni baile ni cantos; se trata pues, de teatro propiamente dicho y que lamentablemente
desapareciera del espectro cultural izalqueño, a principios del siglo pasado. Ambas expresiones culturales las encontramos por todo el continente,
obviamente con sus particularidades. Pero, en nuestras tierras no se toma a consideración tal diferenciación y llamamos "La Pastorela" a la
representación de "Las Pastorcitas o Pastoras". Por ello, hemos titulado de esa manera el presente escrito. En Izalco, últimamente las
representaciones resultaban ser mezcla de ambas cosas, como veremos más adelante. Buscando datos, hemos encontrado que, en el siglo XVI en Italia,
Torcuato Tasso dio a conocer el género teatral "fábula pastoril" que era una pastorela o villancico escenificado. La palabra pastorela proviene del
italiano "pasttorella", en español: "pastorcilla". Yendo más atrás en el tiempo, en México los Mayas y los Aztecas, hacían representaciones dramáticas
de varios tipos: cacerías, hombres disfrazados de animales.
Estas representaciones, siempre tuvieron carácter religioso y se realizaban frente a los templos de sus dioses. Los misioneros aprovecharon esto para evangelizarlos suplantando como ya sabemos, poco a poco sus ritos en este caso, por Las Pastorelas. Esta tradición de Las Pastorelas, según algunos historiadores, inicia en 527 en Cuernavaca con "La Comedia de los Reyes". Hacia 1530, se escenificó "La Natividad Gozosa de Nuestro Salvador". Poco a poco, se comenzó a representar el peregrinar de José y María y se fueron incorporando las aventuras de los Pastores y las tentaciones que lograron vencer para llegar a Jesús. Por ello en Las Pastorelas, vemos claramente "la lucha entre el bien y el mal". Se trata de una representación escénica, donde se refiere los acontecimientos previos al nacimiento de Jesús y se termina con la adoración de los Pastores al recién nacido. En ésta, se mezclan personajes divinos y humanos donde "el destino eterno de los hombres", ocupa el papel central de la trama. Para nuestro caso, los personajes centrales son: San Gabriel quien escenifica "La Anunciación" y que acá sustituye a San Miguel Arcángel de la trama original, La Virgen, San José y el Niño, ocho Pastoras. Los secundarios: el diablo, un "viejito", Los Tres Reyes Magos, dos soldados romanos, cuatro Monarcas y una "Pastorcita sola".
Las Pastorelas desde siempre han sido jocosas, alegres y muy creativas; nos presentan al diablo ridiculizado terminan siempre con su derrota, simbolizando el triunfo del bien sobre el mal. Se trata de despertar en los oyentes sentimientos de amor, dando una moraleja y un mensaje religioso donde se exalta la fe cristiana. El argumento básico consiste en que los Pastores intentan ir a Belén para adorar al Niño Dios, pero el diablo pone toda clase de obstáculos en su camino para impedirlo. Al final vence el bien, Luzbel es derrotado por San Miguel y los Pastores dan regalos al Santo Niño, lo arrullan y le cantan villancicos. Era costumbre que todos los asistentes besaran al Niño y con la tonada de la despedida se acaba la actuación. Esta estampa que otrora fuera infaltable en las navidades de Izalco ha sido muy hábilmente narrada por Adolfo Herrera Vega en su magistral Expresión Literaria de Nuestra Vieja Raza: "También para los niños supieron dar aquellas buenas gentes. De su imaginación brotó, fluida y pura, la eterna emoción que hace felices a las pastorcitas. Con qué amor las niñas acarician sus policromos cayados tan vibrantes por la plata de sus campanillas; qué ufanas bailan sones criollos de guitarras y mandolinas, vestidas de aldeanas y anchas bandas de seda sobre el pecho; mientras las canastas que cuelgan del brazo izquierdo rebosan de rosas recogidas en la parra familiar".
Efectivamente, debió ser un espectáculo muy digno de presenciar en aquellos tiempos, donde el entusiasmo y más sencillez del pueblo, propiciaban que se expresaran estas muestras de fe y mucha tradición en la época navideña. Lastimosamente en nuestros días, ha dejado de aparecer y no vemos ningún indicio que se vuelva a revivir esta tradición, por ello, es que hemos tomado a bien hacer esta publicación a fin de que los interesados y comprometidos en rescatar lo nuestro, tomen cartas en el asunto. Sabemos que por iniciativa propia de la familia Pasasin, esta tradición volvió a tomar vida entre los años 2002-2006: "Comenzábamos los ensayos desde finales de septiembre", narra Beatriz Figueroa, "Pastorcita por 6 años" y quien formó parte del elenco en ese período. Cuenta que las presentaciones se hacían cayendo la tarde y parte de la noche, en casas particulares donde solicitaban "La Pastorela". Ambientadas con música de violín y piezas marciales, Beatriz recuerda que salían todos los días desde mediados de diciembre y el día culmen, el 24, la presentación se hacía en casa de "los Pasasin", sus abuelos. "En La Pastorela, el diablo se burlaba de la Virgen, pero el Ángel San Miguel lo vencía... las ocho Pastorcitas salían a saludar al Niño en parejas, y decían las recitaciones, pero había una que iba sola y le decíamos "La Pastorcita Sola; ella lleva la ofrenda al Niño Dios. También salen Los Tres Reyes Magos, llevando sus ofrendas... a veces íbanos hasta tres lugares distintos en un mismo día", agrega Beatriz.
De la narración deducimos cómo efectivamente y a pesar del paso del tiempo, se mantuvo en esa época a los personajes tradicionales de esta
representación centenaria y da gusto ver cómo, todos los participantes eran niños, dando la gracia necesaria a esta expresión cultural. En cuanto
a los cantos o recitaciones, Adolfo Herrera Vega nos proporciona las siguientes, que probablemente, han de variar con respecto a las que se dijeron
en los últimos años. Veamos una pequeña muestra de "Las Pastorcitas" de principios de siglo XX:
"Pastoras, zagalas, alegres cantad en la linda noche que nació el zagal;
¡Oh! noche tan grande y tan majestuosa, en la que nació ¡la flor más hermosa!;
Pastoras del prado, vamos a Belén, que ha nacido un niño para nuestro bien;
desde el cielo límpido la gloria ha bajado, a dar el remedio de nuestro pecado.
Lamentablemente en nuestro días, este tesoro cultural ha dejado de escenificarse.
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