Cofradía del Justo Juez
Datos de Interés.
Ubicación: Barrio Santa Cruz. |
Mayordomo: José Carlos Ama Maye. |
Datación: Siglo XVII. |
Imágenes Anexas: Santa Cruz de Mayo. |
Fiesta: Miércoles y Jueves Santo. |

Esta Mesa Altar en sus inicios tuvo en un rancho pajizo una ermita dedicada a la veneración de la Santa Veracruz. Según relatos no comprobables el Altar Mayor de dicha ermita, mostraba en su parte central a la Santa Veracruz y a sus lados, se observaban un Crucificado y la Santa Cruz de Mayo, respectivamente. Se teoriza que el citado Cristo es al que el pueblo conoce actualmente como Justo Juez. Este Cristo al igual que sus símiles del resto de Mesas Altares era el asistía el Jueves Santo, a la Procesión de los Cristos en representación de la cofradía de la Veracruz. Pero hacia finales del siglo XIX, se desató un voraz incendio que arrasó con 40 ranchos pajizos, en cuenta el que servía de sede a esta cofradía; este hecho dejó en muy mal estado “al ahora Justo Juez”, ya que prácticamente carbonizado, fue imposible su rescate. Lograron sacar “lo que quedaba de la Imagen” e inmediatamente, se construyó un cajón de madera para su resguardo.
Recordaba Manuel de Jesús Pasasin Ex Mayordomo de muy grata recordación que, la Mesa Altar estuvo “donde los Pushagua” a finales del siglo ante pasado, en la zona Norte del pueblo, justo en el barrio Santa Teresa. Pero debido al mal estado de la Imagen, se optó por mandar hacer una nueva, casi a los 20 años del citado incendio la cual es la que, en nuestros días es expuesta a sus visitantes; los restos del Cristo “original”, todavía se resguardan bajo la Mesa Altar, pero no son mostrados al público. Existe por otro lado una versión que, a todas luces es muy reveladora en cuanto a la historia y tradición de este Cristo emblemático. Narraba Mario Masin Payés ex Alcalde del Común: “El Justo Juez era el que antes del citado incendio, salía en Procesión el Viernes Santo para conmemorar el Santo Entierro de Cristo”.
En este sentido, contradice la teoría antes expuesta ya que Mario Masin daba por sentado que, desde siempre el Justo Juez ha sido un Cristo Yacente y no un crucifijo. Además, afirmaba que en Izalco y a pesar de la importancia de la Parroquia ladina, era el Justo Juez la principal figura del Viernes Santo por la tarde y noche. La efigie “era prestada a la cofradía”, según él al finalizar el Santo Entierro era devuelta a su Mesa Altar. Sucedido el famoso incendio, entonces tras la preocupación del pueblo por la conmemoración del Santo Entierro, aparece la figura del ladino donante del actual Cristo Yacente –Consagrado Señor del Descendimiento-, que se pasea en su Santa Urna bajo el cuido y resguardo de la Hermandad del Santo Entierro de Cristo.
Mario Masin, sostenía que el “antiguo Santo Entierro” salía precisamente de la Parroquia Ladina, del mismo modo que lo hacía el Jueves Santo la famosa Procesión de los Cristos. Pero a esta historia, agregaba que hay efectivamente otra efigie más del Justo Juez, que es propiedad privada del Señor Rosalío Ama, quien habita en las afueras de Izalco. Aseguraba que, a este Cristo era al que verdaderamente se le rendía culto como Justo Juez y que el Crucificado quemado en el rancho, se ocupaba solamente para la Procesión del Viernes Santo. Pero debido a los acontecimientos fue el de la Veracruz quien fue ganando la devoción del pueblo, sumado a que el original, al salir del casco urbano fue perdiendo devotos por la distancia que ahora lo separa de Izalco. El Justo Juez propiedad del Señor Rosalío Ama, no está reconocido como miembro de las Mesas Altares del Común y se sabe que, durante todo el año también es visitado los jueves y que “lo mantienen cubierto de una tela blanca”; solamente el Jueves Santo, se le puede apreciar tal cual es.
A propósito de esta historia reveladora, María de Baratta, estudiosa de los asuntos indígenas y quien visitara Izalco a principios del siglo
pasado, anotaba: “El pueblo entero vibra con la emoción devota y profunda del Santo Día de la Crucifixión; todos los nativos ostentan el pecho lleno
de escapularios, llevando en alto los estandartes de la Pasión y el desfile imponente de los Cristos ennegrecidos por los años; mientras en el atrio
de la Parroquia se deshojan las azaleas con la flor de coyol, cuando va saliendo la Procesión con las velas recamadas y las espirales aromosas del
incienso y el copal. Y a la sombra aromosa de las cúshtan en sazón, pasa el amortajado Nazareno, lívido, ensangrentado, en dolorosa Procesión, al
son de las chirimías de barro y del pito de caña, las flautas indígenas que lloran todo el día sus cinco únicas notas.
Las indias parecen apretados
masuchos de flores policromadas, pero en donde impera el color azul en los refajos (que es el luto de ellas). La población ladina va toda de negro
y los hombres de todas las clases sociales, visten los clásicos hábitos negros con los cucuruchos, llevando también otros los hábitos y cucuruchos
morados; a éstos les llaman judíos. Flamean los estandartes con las insignias de la Pasión; se yerguen en el fondo del cielo los Crucifijos y los
candelabros labrados…; las Cofradías portan en alto sus insignias, y las indias, llenas de triste unción, llevan rosarios en el pecho y velas
encendidas. Junto a la Urna Santa del Señor, haciendo valla, van las “tenances” y las “jarreras”, llevando vistosísimos ramos plateados y
dorados”. SIC Cuscatlán Típico, pág. 670.
Acá podemos inferir que está describiendo las actividades a las que Mario Masin aludía. Llama fuertemente la atención el texto que intencionalmente se ha subrayado ya que sugiere, en definitiva, que los mismos Cristos foliares, que desfilan el Jueves Santo hacían acto de presencia a la procesión del Santo Entierro de Cristo. Con respecto a esta observación, se puede deducir que lo que realmente María de Baratta presenció, no fue ese cortejo procesional, sino que más bien, era la Procesión de los Cristos misma ya que aún y cuando el Crucificado de la Veracruz estaba mutilado producto del histórico incendio, el pueblo continuó llevándolo al cortejo de Jueves Santo, pero ya amortajado dentro de un féretro. Por lo que, la tesis de Mario Masin no era válida. Pero, aun así, la polémica continúa ya que la académica que visitara a Izalco claramente cita los cucuruchos participantes del cortejo, dejando bien en claro que se trataba de un Viernes Santo, lo que ella había presenciado por lo que la controversia sigue en pie.
Volviendo a la actual Mesa Altar del Justo Juez, su Ex Mayordomo Manuel de Jesús Pasasin de muy grata recordación, narraba que luego de estos sucesos la cofradía funcionó donde el recordado Juan Ama en el barrio de Santa Teresa y que luego pasó a manos de Nicolás Tutila, en el barrio de la Santa Cruz. Debido a que la familia Pasasin era muy devota del Justo Juez, hacia principios de los años noventa el entonces Alcalde del Común, Mario Masin, le pidió si era posible hacerse cargo de la Mesa Altar a lo que aceptó de muy buena manera. En cuanto a su nombre el Común de Izalco asegura que “el Justo Juez imparte justicia, que juzga lo malo y premia lo bueno”. Esto significa que es Abogado contra todo tipo de injusticias, por lo que sus devotos acuden a Él, para demandar se ajusticie a sus agresores. Aunque también los izalcos aseguran que es abogado contra los males incurables. La visita al Justo Juez es por tradición jueves, ya que Jueves Santo, es el día de su conmemoración. La Mesa Altar, cuenta con la respectiva insignia y como anexa, a la Santa Cruz de Mayo, con la que ya en estos tiempos se hace representar en la Procesión de los Cristos.
Aclaraba Manuel Pasasin que erróneamente algunos izalqueños creen que el Justo Juez, puede ser utilizado para realizar actos de hechicería y cosas afines; aseguraba que el “Santo no hace esas cosas”. Sus devotos le llevan velas de diferentes colores, según sea la petición que se desean hacerle, pero insistía en que únicamente “imparte justicia” y ninguna otra cosa más. El día del Justo Juez, Jueves Santo, no es una fiesta como la del resto de Cofradías, debido a que se da en “tiempo santo” y no es posible quemar pólvora o bailar -serán las marchas fúnebres lo que se debe escuchar- por lo que la cofradía se limita a realizar un rezo en horas de la mañana, junto al resto de Mayordomos del Común. Hoy día con el entusiasmo de su joven Mayordomo y su familia, ya en Lunes Santo el pueblo puede hacer la visita de veneración; el Justo Juez es expuesto en su Altar y será descolocado solo al momento en el que miembros nombrados por la Hermandad del Santo Entierro de Cristo, lo expongan al pueblo frente al “pedestal” que porta al Consagrado Señor de las Once en su procesión de Miércoles Santo, en un momento que ya forma parte de las estampas de la Semana Santa izalqueña.
La cofradía hace los preparativos a la Santa Cruz de Mayo -anexa esta Mesa Altar desde siempre-; se colocan las palmas de coyol según la santa tradición y será Ella, la que debe ir encabezando la Procesión “del Señor de Izalco”, como le refiere el Común, a la Imagen de Jesús Nazareno quien será procesionado por más de 15 horas, ofreciendo otra estampa orgullo no solo de Izalco, sino del país.
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