Cofradía de San Juan Bautista
Datos de Interés.
Ubicación: Barrio San Juan. |
Mayordomo: Presidente en funciones de la Sociedad de la Virgen de los Remedios. |
Datación: Siglo XVII. |
Imágenes Anexas: Ninguna. |
Fiesta: 23 y 24 de junio. |

Desde tiempos inmemoriales, en Izalco se ha rendido culto a San Juan Bautista en el barrio que lleva su nombre hacia el Sur del casco urbano. Al desaparecer su cofradía a finales del siglo XX, tanto su Mesa Altar como su fiesta quedaron bajo la responsabilidad de la Sociedad de la Virgen de los Remedios. Su Mesa Altar, la complementan el Crucificado que la representa el Jueves Santo en la Procesión de los Cristos y su respectiva insignia. Podemos asegurar que la veneración a San Juan Bautista es muy antigua: “El 10 de diciembre de 1570, el curia vicario de Teçpan Izalco, Juan de Urrutia, a solicitud de la Real Audiencia, escribe una extensa relación, informando no sólo del estado de la obra de la iglesia de la Asunción, construyéndose en ese momento; sino que enumera los objetos litúrgicos con los que el templo ya cuenta, expone lo que falta en él y dice asimismo que [...] "tiene el dicho pueblo una ermita de sant juan y otra de sant gregorio que prové el pueblo..." SIC. El Rostro del Sincretismo, pág. 123.
De ahí la importancia que debió tener esta fiesta, ya que se tenía una plaza en el corazón de su barrio y cuyo rastro se ha perdido. En esta
cofradía, tuvo papel muy importante la “Milicia Comunal” -leer escrito dedicado a ella-, ya que era a esta Mesa Altar a la que realmente pertenecía
y su objetivo era que, llegado el día de vísperas de la fiesta salían los milicianos acompañados de pito y tambor, a recoger gallos que serían
sacrificados el 24 de junio. Los animales eran donados por Mayordomos del resto de Cofradías y por campesinos quienes esperaban la visita miliciana que
llegaba por la ofrenda.
José Dolores Elas, de grata recordación: “El gallo era colocado en el patio de la casa del donante, justo en el centro de un círculo; el animal lucía adornado con flores silvestres;
llegada la Milicia, se quitaban el sombrero y todos giraban alrededor de la ofrenda; luego se formaban en frente de la casa del oferente. De la fila, salía uno por uno para hacer su
saludo y exhibición. El encargado de la Partesana apuntaba hacia el ave, luego lo hacía el resto de los integrantes con sus lanzas y por último era el turno del abanderado, quien
colocaba su bandera en la puerta del rancho demostrando de esa manera la paz y dar el saludo final. Recogían el animal y lo amarraban a una albarda de jinetes y así continuaban las
visitas por los lugares donde se había hecho la “promesa” para San Juan. Cuando terminaban las visitas, retornaban a la cofradía y a partir de ese entonces, iniciaban las fiestas con
quema de pólvora, música y licor. Llegaban muchas “Entradas”, principalmente de los Cantones”.
Antes, cuando la fiesta alcanzaba su máximo esplendor el día 24, hacían acto de presencia la Milicia Comunal y las altas autoridades locales tanto
el Alcalde Municipal, como el Alcalde del Común y su comitiva. Se acostumbraban los tamales sin carne, pero bien picantes –“chachagüillos”-; previo
festín, el tashtulero hacía sus funciones. Era muy tradicional realizar la guerrilla del pollo; esto era una costumbre ciertamente “salvaje” para
nuestros días, pero que obedecía al espíritu guerrero y místico de nuestros antepasados, para quienes el sacrificio de animales era esencial para
agradar a los dioses tal y como ha sucedido en toda la cultura humana. Se trataba de un grupo de 8 o 10 jinetes, cuyo objetivo era degollar los gallos
que habían sido ofrendados tras la visita de los milicianos a la casa de los oferentes.
Se tensaba un lazo que era amarrado a dos árboles; de éste colgaba el animal de sus patas. Se trataba de una competencia, cuyo ganador resultaba el
jinete que se quedara primero con la cabeza de la víctima sacrificada, la cual era arrancada con la mano. Había pitos y tambores que tocaban la tonada
“El son del que se llevó el pollo”. De ahí su nombre. José Dolores Elas, recordaba:
“Los participantes tomaban carrera hacia el animal, intentando arrancarle la cabeza en plena carrera, pero con la mano; muchos caían del caballo y otros no alcanzaban su objetivo; hasta que alguien lo lograba, finalizaba la competencia. Luego se metía el animal dentro de unos palos haciendo como una celda y se le habría las patas, la idea era que los caballos al oler la sangre del gallo muerto lo sacaran con el hocico como premio... era de ver quien lograba quedarse con la presa. Esto se hacía en honor a San Juan quien, por órdenes del rey hebreo fue degollado para complacer a la hija de su mujer, tal y como dice la Escritura; al hacer esto siguió la fiesta en el palacio del rey y celebraron la muerte de San Juan con pan y bebida; por eso antes en la cofradía, se repartían las tradicionales “quesadillas de San Juan” para dar cumplimiento a las narraciones bíblicas..."
Por muchas razones, entre ellas evitar la grosería que se hacía con el animal, dejó de hacerse ya que las autoridades lo prohibieron por considerarla muy sangrienta y violenta. Luego de la prohibición, se optó por cambiar el rumbo de la tradición y se quedó la costumbre de presentarse el día 24 en grupo de 10 hombres, ante el Alcalde Municipal y a veces ante el cura de la Parroquia Nuestra Señora de la Asunción, para obsequiarles un gallo muy bien adornado con flores y cintas de colores. Rescatamos este dato de José Dolores Elas: "Antes, el mero 24 iban los Cofrades a Misa en Asunción, con una Imagen de San Juan más pequeña, pero que fue robada hace mucho tiempo; desde entonces ya no se lleva ninguna Imagen a Misa, debido a que la única Imagen que nos quedó es muy grande y pesada". La Sociedad de la Virgen de los Remedios hoy día, hace su mejor esfuerzo por recuperar la fiesta; se realiza un rezo el 23 y Misa dentro de las instalaciones de la ermita el día 24 cerrando con una procesión de San Juan en algunas calles del pueblo.
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