Al Último Reflejo Funerario
Datos de Interés.
Ubicación: Izalco. |
Datación: Siglo XX. |
Fiesta: Viernes Santo. |

De autor desconocido, esta es una melodía que el Viernes Santo se entona desde mediados de los años cuarenta del siglo pasado. Llegadas las 4 de la tarde el ahora Consagrado Señor del Descendimiento es Descendido de la Cruz, para ser llevado a los brazos de su Santa Madre. Mientras se realiza el Acto, suena la voz imponente del Cantor, quien entona de forma magistral, las notas de este canto fúnebre que nos narra la escena dolorosa que es presenciada por los izalqueños, en uno de los momentos de más recogimiento y sentir espiritual de la Semana Santa. Acto que culmina con la estampa de la “presentación” que se hace del “descendido Señor” a la Imagen de Nuestra Santísima Virgen de la Soledad y luego al público que vibra de mucho fervor. Hay lágrimas en los presentes, ya que este canto siempre propicia con su letra, el ingrediente fúnebre y devocional, muy propio de la Semana Santa izalqueña.
A lo largo del tiempo han sido varios los izalqueños que han tenido el privilegio de entonar con belleza y sentimiento este Canto que ya forma parte de la Santa Tradición. Los recordados Napoleón Gil y Juan Gutiérrez fueron los primeros cantores quienes, con su voz de tenor, hicieron estremecer a los piadosos al momento del Descendimiento. A finales de los años noventa y hasta la fecha, le ha correspondido el turno a Alfonso Barrientos quien al igual que sus predecesores, hace un trabajo sin par.
En entrevista otorgada a la Hermandad del Santo Entierro de Cristo, Alfonso Barrientos expresaba: “Siempre he valorado el acto del Descendimiento como un momento de gran espiritualidad y le he brindado el respecto que indudablemente se merece… siento que soy invadido por algo inexplicable, que me sumerge en una gran inspiración y que por supuesto, trato de transmitir cuando canto… es un compromiso al que no quiero fallar… es un compromiso de por vida que tengo con Dios”.
Sin duda alguna, este canto fúnebre es uno de los tantos tesoros intangibles de la Semana Santa izalqueña.
“Al Último Reflejo Funerario”.
Al Ultimo Reflejo Funerario,
del gran día, con lágrimas marcado,
se descubre un cadalso ensangrentado,
sobre las pardas rocas del Calvario.
Ahí al pie del patíbulo tremendo,
gime una hermosa, joven Israelita,
y es la doncella, del Señor Bendita,
de cruel congoja y del dolor arrepentida.
No hay dolor, comparable a su dolor,
no hay pesar, que se iguale a su pesar,
de acervas penas es un mar,
la Inmaculada Madre del Creador.
Tiene en sus brazos, el cadáver Santo,
del Soberano, Salvador del mundo,
besa su frente, con amor profundo,
y, sus heridas lávale con llanto.
Y por la sienes, sagradas del Señor,
pasa su mano, con dulzura tierna,
y la caricia con suavidad materna,
y las espinas tócale clavadas.
Tiembla la mano de la Virgen Bendecida,
y al desprender cada punzante espina,
con esa mano, maternal divina,
besa llorando al Hijo de su amor.
Recuerda el tiempo, cuando era niño,
Ella peinaba, su cabellera hermosa,
y contemplaba, su mirar precioso,
ay!! y gozaba de su infantil cariño.
En la belleza del Mesías piensa,
belleza tanta, que jamás se viera,
y al gran Señor, de la celeste esfera,
contempla ahora, su amargura inmensa.
Cuan leproso, le ha dejado el hombre,
de la cabeza, a la Divina planta,
es una llaga, cárdena que espanta,
es un destrozo de crueldad sin nombre.
Mas oh bondad!, en tu dolor materno,
que hace la limpia y Virginal María,
la sangre ofrece, ofrece la agonía,
y su Hijo muerto, ofrece ya al Eterno.
Y el perdón y la salvación del mundo,
pide por esa víctima preciosa,
Bendita seas, Madre Dolorosa,
eres Bendita en tu dolor profundo.
Al Ultimo Reflejo Funerario,
del gran día, con lágrimas marcado,
se descubre un cadáver ensangrentado,
sobre las pardas rocas del Calvario.
"Al Último Reflejo Funerario" -Canta Alfonso Barrientos-.