La Ramada del Templo
Datos de Interés.
Ubicación: Izalco. |
Datación: Siglo XX. |
Fiesta: Cuaresma y Semana Santa. |

Ha llegado la Cuarta Semana de Cuaresma y en Izalco, ya se siente en el ambiente la tan esperada Semana Santa; por ello, la HJN hace los preparativos que por tradición requiere la fiesta de cofradía. Llegado el día jueves según es la costumbre en esta Cuarta Semana de Cuaresma, muy temprano un grupo de devotos de Jesús Nazareno, llenos de entusiasmo comprometidos con la tradición y dispuestos a dar vida un año más a la costumbre izalqueña, se dirigen al Cantón Los Tunalmiles, específicamente a la finca "Santa Rita" con el fin de conseguir los implementos necesarios para construir "la ramada", tal y como refieren los izalqueños a la Enramada que servirá de techo en el patio del Templo de Jesús Nazareno, donde se recibirán las "Entradas" con los Atributos que han de utilizarse para la realización de la tradicional "Fiesta de 15 Días" que aún hoy, se mantiene como un elemento básico dentro de todo el quehacer de la Hermandad.
Esta es una tradición de cofradía que data de mucho tiempo atrás. Calvo Pacheco: "Es costumbre de que cada Cofrade lleva un horcón rolliso, vigas, baras de bambú, vejuco chupamiel de amarre, palmas u hojas de coco; y entre todo el personal en el patio de La Cofradía se construye la tradicional ramada, para recibir las: Entradas, Atributos, hacer los molenderos, poyetones para cocina, horquillas de varro para echar las tortillas, y una pista de baile suelto tradicional indígena". SIC
Por ello, en nuestros días vemos al grupo antes citado, antes dirigidos por José Felipe Pilía, Ex Presidente de la Hermandad quien tenía mucha experiencia en esto; van todos, provistos de corvos y otros aperos prestos a cortar las varas de bambú y las ramas de algún árbol, para que sirvan de horcones -bases-, a la estructura de este techo tradicional. Material que todavía hoy, es ofrendado a Jesús Nazareno por parte del dueño de la finca en cuestión. "Se cortan aproximadamente 60 varas de bambú y unos 15 horcones", narraba Franklin Velásquez, Ex Presidente de la Hermandad. Agregaba que es en la finca de Don Lito Guerrero, en las cercanías de Atecozol, donde se va a traer 600 hojas de coco, lo cual es el complemento de la Enramada. Cuando el grupo ha terminado su trabajo se dirige a los recintos del Templo, para dejar todo el material que se ha cortado, debido a que ya muy pronto habrá que trabajar en la construcción de la estructura tradicional.
Llega el Domingo de Dolores y desde muy temprano, el Templo de Jesús Nazareno comienza a alegrarse y no es para menos, este día tan importante dentro de la tradición requiere de la participación de muchos devotos del Señor quienes prestos y muy fieles "al compromiso de todos los años", mañanean para poner a disposición su trabajo. Algunos de estos insignes personajes, con su cabellera teñida de blanco y las marcas del tiempo en sus rostros, nos atestiguan que ni la edad ni nada, evitan que su fervor se vea opacado y participan con toda la seriedad del caso dirigiendo a los más jóvenes, quienes deben aprender este trabajo que al final de cuentas, es muy humilde pero riquísimo en tradición y amor hacia Jesús Nazareno.
Pero antes de iniciar el trabajo, la Hermandad fiel a la tradición ha de ofrecer a los devotos colaboradores, un desayuno que no puede ser otro más que el chocolate y/o café con pan de bollo, acompañado de los infaltables tamales. Todo mundo desayuna; acá impera el entusiasmo; se comparte en común; se gastan bromas entre sí; se está alegre por tener el privilegio de servir a Jesús Nazareno; se es parte viva de la decenaria tradición que sólo en Izalco vive su pueblo, es pues, "La Fiesta de la Ramada del Templo" como dicen los izalqueños. En el año 2011, terminado el desayuno a eso de las ocho de la mañana, recordamos a José Felipe Pilía Chile -quien había sido de los primeros en llegar a esta tradicional cita-, se ponía de pie colocándose su sombrero; muy enérgico y con mucha autoridad ordena a los presentes: "Señores, hagamos ya la Ramada, que el Señor para eso nos ha traído”. Y como "donde manda capitán, no manda marinero", todos obedecen de inmediato. "Lo primero que hay que hacer -ordenaba un Directivo-, es sacar las Andas"; de inmediato, un grupo de colaboradores se dirige a uno de los corredores del Templo; se distribuyen alrededor del gran mueble, lo llevan en hombros y lo trasladan al lugar que servirá además de refugio, como taller donde será retocado y dejado listo para la primera procesión de la Semana Santa.
Acto seguido, comienza el trabajo; los "señores" dirigen. Se ubican los agujeros para colocar los horcones. Suenan los corvos preparando las cuñas que fijarán estos pilares tradicionales de madera. Otros, calculan la altura correcta de las bases, la cual es aproximadamente de dos metros y medio. Se usan lazos para ayudar a sacar niveles y colocar las piezas más grandes y pesadas. Veíamos a “Lipe Pilía” fiscalizar todo el proceso; cualquier duda de los colaboradores todavía no diestros sería a él, a quien consultaban. Mientras tanto, también hay movimiento en el sector de la cocina. Un grupo de mujeres, "cocineras del Nazareno", hacen ya los preparativos del premio que se ofrece a todos los que han colaborado en la construcción de la Enramada: la tradicional sopa de hueso de res. A esta hora de la mañana todo es movimiento, los más jóvenes hacen bulla e intentan gastar bromas y de vez en cuando, Lipe u otro anciano, les reprenden: "Señores, dejemos el juego para más tarde, esto es serio".
Ya están los horcones en su lugar. Hay que colocar las varas de bambú. Esta etapa requiere de más manos debido a las dimensiones de las piezas y es que la Enramada para que quede "como debe ser", dicen los señores, tiene que cubrir todo el patio del Templo, es decir, unos ocho o nueve metros de largo por cuatro de ancho. Se une toda la estructura con alambre de amarre, sustituyéndose así a los bejucos de chupamiel como nos ilustrara anteriormente el citado Profesor, y se aseguran de que quede firme. Mientras esta etapa no es verificada detenidamente "por los que saben", no se puede proceder al siguiente paso. Lista la estructura. La mañana avanza y se nota ya el cansancio en los laboriosos devotos, pero la voluntad y fervor no evita que sigan con su trabajo. Ahora hay que poner las hojas de coco. Esta fase que ante los ojos de un extraño pudiera parecer simple, resulta ser todo lo contrario. "Señores -dicen los más experimentados- las hojas hay que saberlas tirar".
Y esto, efectivamente lo constatamos. Si la hoja se tira mal, simplemente o queda atravesada o cae al suelo. "Hasta para eso, hay que tener conocimiento", nos decía Lipe quien de nuevo supervisaba que la Enramada "quedara tupida" es decir, que no filtre los rayos del sol ya que, de otra forma no sirve. Los colaboradores lanzan las hojas de coco con "una técnica que debe aprenderse". Se ha llegado al final de la jornada; imposible es dejar de notar, los rostros felices y muy llenos de satisfacción de todos los presentes, al ver que la Enramada ha cobrado vida de nuevo. Ha quedado lista para La Fiesta de 15 Días y así, sigue viva la santa tradición.
Pero, como narramos antes, esto todavía no termina. Se siente ya el olor de las tortillas recién sacadas del comal. Desfilan ante nuestros ojos, los tradicionales "cajetes de barro", donde se han servido las porciones de sopa de hueso de res. Cada uno busca un lugar y recibe el tradicional almuerzo. Limón y chile al gusto, acompañado de su vaso de refresco de tamarindo o cualquier fruta, será el complemento ideal para sofocar el calor de marzo. Termina "la seriedad" para los señores y de nuevo se comparte en familia. Con una frase resumimos todo: "¡Qué Tradición!”.
Para complementar este escrito, nos abocamos a Franklin Velásquez y le preguntamos sobre algunos detalles de esta actividad y muy dispuesto narraba: "Esto de la Ramada, es algo que por tradición debe hacerse, si algún día no se hiciera, se nos viene todo el pueblo encima. Hay algunos colaboradores que desde que tengo uso de razón, siempre se hacen presente este día, no fallan". Le preguntamos sobre los presupuestos con los que se cubre esta fiesta: "Para el desayuno, desde un día antes hay que hacer los tamales, unos 150 para que alcance para todos; se hacen también unos 200 bollos de pan. Para el caso del almuerzo, se necesitan 30 libras de hueso de res, 5 manos de yuca, 5 manos de güisquiles, 5 manos de elote, 2 repollos grandes y para hacer las tortillas, 10 libras de maíz".
Como podemos ver, las cantidades de insumos es considerable, pero no compite en grado alguno con la gran devoción y amor a la tradición de este grupo de izalqueños, quienes año con año, tienen la gran responsabilidad de hacer "La Ramada del Templo".