Cofradía de la Virgen de los Remedios
Datos de Interés.
Ubicación: Barrio San Juan. |
Mayordomo/Presidente: Willian Adelson Patiño Romualdo. |
Datación: Siglo XVII. |
Imágenes Anexas: San Antonio Abad. |
Fiesta: Del 9 al 16 de diciembre. |

Su fiesta sin duda alguna es de enorme arraigo en Izalco -superada únicamente por la de Jesús Nazareno-. Los ancianos citan: “es la curandera del pueblo”. No se conoce en toda la zona de Izalco, a ninguna otra efigie a la que los lugareños otorguen grandes dotes de “Doctora” para curar cualquier tipo de enfermedad, como a Ella. Su culto y veneración ocupa un lugar preponderante en la fe de los izalcos. Su Mesa Altar la componen una segunda Imagen de la Virgen “de Demanda” así como también, la de San Antonio Abad, anexa a ésta. Complementan el conjunto devocional, el Crucificado con el que se hace representar el Jueves Santo en la Procesión de los Cristos y su respectiva insignia. En torno a San Antonio Abad, el Común de Izalco lo identifica como “de fuego”, seguramente asociándolo a la enfermedad del ergotismo, ante la que el Santo fue declarado su Abogado en España, hacia 1095. La centenaria historia de esta advocación de la Virgen María como “Virgen de los Remedios”, así como la de su extinta cofradía nos ofrece varias versiones, pero son 2 las que merecen mención. En la primera José Dolores Elas, ex Mayordomo de la Virgen por décadas, relataba que siendo muy joven se encontró con un documento muy antiguo, donde se narraba la procedencia de la Imagen. Lastimosamente por descuido, el tiempo se encargó de arruinar el documento, al punto que su rescate fue imposible; pero, recuerda muy bien parte de esa importante historia -ciertamente muy típica en nuestros pueblos-:
“Eran los primeros años de la Colonia, cuando un buque proveniente de Rusia zarpó en las costas del occidente salvadoreño, ahora conocido como Acajutla. El bucanero, se vio obligado a desviarse de su curso, debido a una peste que prácticamente mató a casi toda la tripulación compuesta mayoritariamente por religiosos salesianos. Era parte del cargamento, la figura de La Virgen de la Luz. Ante la aflicción de los religiosos por la inminente muerte, pidieron a la Virgen por su vida, y al concederles la sanidad, optaron por llamarla desde entonces “Virgen de los Remedios”. Al zarpar en Acajutla y por cosas meramente del destino, las autoridades religiosas del lugar determinaron que la efigie fuera trasladada hasta Izalco, por la importancia que ya tenía dicha zona en esos tiempos. A partir de ese entonces, en fecha no determinada, nació la devoción a la Virgen de los Remedios quien, desde su llegada, fue sujeta de mucha devoción por parte de los pobladores, a quienes les hacía cualquier tipo de milagro, siempre que se tratara de una enfermedad que, para los médicos era ya incurable”.
La segunda historia narrada y sostenida por Mario Masin Payés, ex Alcalde del Común, cita que justo el día en el que los españoles pusieron pie en tierra cuscatleca, aparece la Virgen de los Remedio en escena. Primeramente, porque los europeos ingresan a El Salvador a través de la actual zona conocida como “Punta Remedios”. Justo ahí narra la historia, comenzaron las batallas con los conquistadores y la efigie de la Virgen servía a éstos, como escudo protector. “La Virgen no lucía ropas y daba la sensación de estar embarazada, por lo que los españoles le llamaban “Virgen de la Luz”. En los enfrentamientos, los naturales lanzaban flechas, dando en el blanco muchas veces, pero sucedió que cuando intencionalmente apuntaron a la efigie, notaron que no sangró y que tampoco exclamó ningún dolor. Ahí comenzaron los izalcos a notar que la Imagen era una especie de deidad que, para ese caso, protegía a los invasores. En una de tantas revueltas, los españoles tuvieron que correr para salvar su vida, dejándola involuntariamente a la deriva, por lo que fue inmediatamente capturada por los izalcos y, a sabiendas de su poder contra las flechas, la trajeron al pueblo. Recién traída, se le rindió el culto respectivo y tras la cristianización se le erigió su cofradía que, desde esos tiempos, ya era una de las más importantes del pueblo, pero por su origen o punto de llegada le llamaron “Virgen de los Remedios” y se convirtió en una de las más importantes de Izalco.
Estas son las 2 historias muy disímiles en torno a Ella. Lo que sí es fácilmente constatable es que la efigie no es “de vestir” y efectivamente se nos muestra en estado de embarazo. Actualmente, el pueblo asocia su nombre “de los Remedios”, debido a sus poderes curativos refiriéndose “Remedios” en este caso, a “medicinas” y no a la zona geográfica por donde supuestamente ingresó a nuestras tierras. Contaba José Dolores Elas que la Virgen todo el tiempo estuvo bajo posesión de la comunidad indígena y que nunca ha estado fuera de la zona Sur del pueblo. Sus Mayordomos más recordados son los señores: Enrique Quele, Arturo Ramos, Tomás Ajcat, Belizario Tunte, Abraham Texin. También, la historia recuerda a las señoras: Fidelia Cunza, Ana Ramón, Antonia Shunco y Cristina Ramírez, como las únicas que se encargaron de vestirla en otros tiempos.En tiempos de la cofradía era su Imagen de Demanda, la que salía por el pueblo a pedir las limosnas para celebrar la fiesta y era además esta efigie la que se llevaba por la tarde a presenciar Misa al Templo Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción; la pequeña efigie pasaba ahí toda la noche y el 15 era llevada de regreso a la cofradía, como era “el costumbre”.
Según Elas, fue hacia 1957, que la efigie titular de la Virgen salió por primera vez en solemne procesión bajo palio, cuyos varales eran llevados por seis tenantes. En esos tiempos, a la Virgen la acompañaban solamente el pito y tambor y la feligresía básicamente la constituían “los naturales”. La idea de esta procesión fue del recordado Francisco Rodríguez. Hacia mediados de los años sesenta del siglo pasado, se tomó la decisión de construir una ermita para que ya no anduviera errante de rancho en rancho y también para dar fin a las pugnas que había por su tenencia. La construcción estuvo a cargo del recordado Felipe Morán y fueron muchos los izalqueños que colaboraron en la obra, como fue el caso de Servando Castillo y otros que se encaparon de la memoria de Don José. La ermita se construyó en un año, pero no estaba terminada al cien por ciento; así en esas condiciones, la Virgen fue trasladada a su nuevo hogar. Tras su llegada, se tomó la decisión hacia finales de los años cincuenta de crear la Sociedad que, en sus primeros años funcionó junto a la extinta cofradía, quien por diversas razones fue perdiendo protagonismo. Hacia 1966, precisamente cuando José Dolores Elas fungía como Presidente de la Sociedad, se tomó a bien mandar hacer un camarín para garantizar el mejor resguardo de la Virgen y del resto de bienes de la Mesa Altar.
Fue así como se contrató la mano de obra del muy bien recordado José Dolores Pinto, carpintero de alto calibre quien daría a la Virgen el camarín más grande, hermoso e imponente de todos los que hasta la fecha, han existido en las distintas Cofradías izalqueñas. Construido de cedro y de tres piezas desmontables, el insigne camarín ha embellecido los recintos de la ermita, donde la Virgen luce imponente ante sus fieles devotos. “La construcción del camarín se hizo en tres meses de 3 cuerpos desmontables y está hecho de cedro. Mi tata lo hizo ahí en el lugar y los dibujos no los tomó de ninguna muestra, ya que él dibujaba de memoria”, señalaba Miguel Adolfo Ramírez Pinto, hijo y aprendiz del ilustre maestro; agregaba Don José Elas, que la obra fue de la admiración de todo el pueblo: "no me equivoqué al buscar al maestro Pinto, hizo un trabajo excepcional", debido a las características artísticas del mueble finamente elaborado.
Felipe Pilía Chile narraba que, en tiempos de esta cofradía se decía que había un comadrazgo entre ésta y la de la Virgen de Agosto. Esto se debía a una tradición que consistía en que, llegado el 13 de agosto, los Cofrades de la Virgen de los Remedios, visitaban la cofradía “comadre”. Llevaban la ofrenda de ₡13.00. y, a esta “Entrada” se le conocía como “La Compañía”; el 13 de diciembre, eran los Cofrades de la Virgen de Agosto, quienes devolvían la visita a Los Remedios, haciendo exactamente la misma ofrenda. Cuentan los miembros más longevos del Común, que la fiesta de la Virgen de los Remedios, tradicionalmente siempre ha dado inicio el 9 de diciembre y ha finalizado el 16, al día siguiente de la Procesión. “Venían gentes de muy lejos y eran incontables la cantidad de Romerías que se recibían de todo el país y de Guatemala. Muchos incluso, dormían en los alrededores de la entonces nueva ermita, ya que la Procesión era muy esperada por los cientos de fieles que habían sido sanados por la Virgen milagrosa”.
Agregan que el “pichelito” que porta la Poderosa Señora en su mano izquierda, sirve como depósito de la sagrada medicina. Bastará con colocar un pañuelito en él, pedirle con mucha fe y luego dar la ahora ya bendita prenda al enfermo y “no hay enfermedad que no pueda ser curada”. Un 14 de diciembre de 1998, ante la insistencia de los cohetes de vara, invitándonos a visitar a la Virgen, vamos "a verla" y tras degustar el tradicional chocolate con pan, bajo la clásica enramada de hojas de coco adornada con banderitas de papel de china con emblemáticos símbolos, se nos acerca una devota de unos 80 años y le preguntamos sobre su devoción por Ella; muy dispuesta nos cuenta: "Yo todos los años vengo a ver a mi Señora, porque es una Promesa que le hice. Hace como 30 años, los doctores me habían dicho que mi enfermedad ya no tenía cura. Vine a ver a la Virgen con mucha fe. Una noche, estaba en el patio de mi casa ya bien tarde y vi una señora vestida de blanco con un pichelito en la mano. No me habló, sólo me lo dejó cerca de donde estaba. El pichelito tenía un poquito de agua y sin que nadie me lo dijera, me lo tomé... desde ese día, jamás volví a sufrir mi enfermedad. Ahora sé, que ERA LA VIRGEN DE LOS REMEDIOS LA QUE LLEGÓ A VISITARME PARA DARME MI MEDICINA".
Vemos en nuestra izalqueña mucha seriedad y sin vacilar agregó: "Sólo pídale y no necesitará andar gastando en doctores y medicinas". Así, con esa sencillez y convicción, los izalcos creen en la “Doctora de Izalco” y por eso es digna de mucha veneración. El día 14, bajo la ramada tradicional ambientada con la infaltable marimba de arco, desfilan ante nuestros ojos las múltiples “Entradas” de devotos de muchas partes de la zona; llevan granos básicos, harina de pan, cacao, gallinas -algunas en la tradicional palanca-, cerdos, contribución económica, pólvora y todo lo necesario para ayudar con la fiesta. Sobresale la tradicional entrega del toro adornado, ofrendado de manera especial por un devoto. En el costado Norte, mujeres y hombres trabajan sin descanso ayudando con los quehaceres y atención al pueblo presente. Del horno sale el olor inconfundible del pan de bollo, listo para el deleite de propios y extraños.
Frente al singular camarín, la “Doctora” luce sus mejores galas en su Altar de veneración; es difícil cuantificar el entrar y salir de sus devotos al interior de la ermita. Hacen sus peticiones por sus hijos enfermos o un ser querido, colocan sus velas con mucho amor y fe. Vemos mucha devoción y constatamos el tremendo valor religioso de esta Imagen, visitada durante todo el año por las mismas razones. En las afueras de estos decenarios recintos, los cohetes de vara invitan a la fiesta que es de todos y para todos, sin ninguna distinción. Amanece el día 15. Son las 5 de la tarde y se ha llegado la hora. Los feligreses se reúnen a la espera que se abran las puertas de la ermita. Sale la “Doctora” en su anda procesional para visitar a todos los izalqueños que esperan su paso hasta retornar en horas de la noche. El día 16 a tempranas horas, se realiza la Santa Eucaristía en su honor. Así las cosas.
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