Cofradía de la Virgen de Agosto / María Asunción
Datos de Interés.
Ubicación: Barrio Cruz Galana. |
Mayordomo: Alonso Armando García Quele. |
Datación: Siglo XVII. |
Imágenes Anexas: Virgen de la Encarnación. |
Fiesta: Del 8 al 16 de agosto. |

La cofradía de la “Virgen de Agosto” o María Asunción, ocupa el segundo lugar en importancia dentro de la jerarquía cofraderil de Izalco; su Imagen titular data del mismo tiempo de la ahora consagrada Imagen Parroquial. Fueron 30 años en los que Don Silvestre Siguachi Cumi fungió como Mayordomo de esta Mesa Altar. En torno a Ella, existen muchos mitos y tradición
Su Mesa Altar está formada además de la efigie de la Señora, por la Imagen anexa de la Virgen de la Encarnación. Para los abuelos “La Virgen de Agosto o María Asunción, es la Señora de los Izalcos”. Es celebrada del 8 al 16 de agosto; en otros tiempos era procesionada bajo palio el día 8 por la tarde, acompañada por “los Historiantes” -Danza de Moros y Cristianos-.
Enfrentando varias dificultades, la procesión todavía se realiza. Su objetivo original es conducir a la Señora hacia el Templo Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, donde por tradición decenaria debería permanecer hasta el 16 de agosto, día en el que era devuelta a su cofradía. A esta actividad, se le llama tradicionalmente “El Recibimiento de la Virgen”.
Narra la historia que el origen del Recibimiento de la Virgen se debió a que la efigie de la Señora pertenecía oficialmente a la antigua Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción pero que, tras el histórico terremoto de Santa Marta en 1773, tuvo que ser rescatada de los escombros y entregada “en depósito” a los lugareños. Pero aún después de erigido el Nuevo Templo Parroquial de Asunción -construido entre 1782 y 1815-, la Señora nunca regresó porque a esa fecha el Común de Izalco había constituido una cofradía para Ella. Ante tal situación, el cura Párroco Tomás Miguel Pineda y Zaldaña no tuvo más opción que permitir que la efigie permaneciera en su cofradía, pero hizo que se firmara en 1847 el respectivo compromiso de que llegadas las fiestas Patronales los cofrades “deberían subirla” y dejarla en el Altar Mayor.
El Común de Izalco aceptó la condición y fue así como se creó la tradición de procesionar a la Virgen y dejarla desde el 8 de agosto hasta el 16, para dar cumplimiento. Todavía hacia los años ochenta del siglo pasado tras la Procesión, los asistentes regresaban a la sede de la cofradía ya que los Historiantes que habían acompañado a la Señora, hacían la Danza ante todos los presentes y se acostumbraba a repartir chilate; este reparto todavía se acostumbra, pero se realiza previa procesión. Los Historiantes volvían a danzar el 16 de agosto cuando la Virgen tras respectiva Procesión, era nuevamente procesionada desde el Templo Parroquial hasta la sede de su cofradía.
Actualmente la Virgen de Agosto siempre se procesiona el día 8, pero ya sin palio y muy rara vez con la participación de los Historiantes; tampoco queda en resguardo en el citado Templo -incumplimiento el acuerdo-, sino que es conducida a la sede de su cofradía el mismo día. El motivo poco convincente según su mayordomía es que, tras un suceso de no grata recordación provocada por conflictos internos, en una ocasión un grupo de izalqueños aprovecharon el momento en el que la Virgen estaba dentro del Templo Parroquial y la extrajeron clandestinamente, provocando una crisis en el pueblo ya que nadie sabía de su paradero.
Pero felizmente, las cosas se solucionaron. Este es el motivo que sirve de pretexto para no cumplir con el acuerdo antes citado, tras un hecho de más de 20 años atrás. Lo que sí se mantiene durante su procesión, es el hecho que en su trayecto no se obvia conducir a la Virgen al terreno que, tras los hechos de 1932 sirviera de cementerio hacia la parte Sur del pueblo -en la extinta Plaza de San Juan-; ahí se hicieron fosas comunes, donde yacen miles de indígenas que fueran masacrados durante los sucesos de ese año. En el lugar se ofrece una pequeña charla para dar a conocer algunos aspectos de la historia del culto y devoción hacia Ella.
Una de las particularidades de esta cofradía, era la existencia de la figura de la “Mayora o Capitana del Jarro”. Dentro de todo el conglomerado de Mesas Altares, ésta es la única donde aparecía dicha figura. La cofradía como tal por medio de su Mayordomo, nombraba a 2 mujeres como Primera y Segunda Capitana, respectivamente . Durante las fiestas ellas se encargaban de todo lo relacionado con los asuntos de la cocina y ellas nombraban a su vez, a 10 mujeres más quienes apoya ban a las 2 Capitanas Mayores en sus obligaciones.
El apelativo de “Capitanas o Mayoras del Jarro” se debe a que, en otros tiempos de mejor bonanza cultural, ellas portaban sendos Jarros de “china” bellamente decorados y de dimensiones considerables en los que llevaban flores, según la ocasión: barbón, flores de San José y del tiempo, eran las ofrendas que más se utiliza ban. Luciendo sus atuendos indígenas, encabezaban “El Recibimiento” donde no portaban el citado jarro, sino que llevaban en sus brazos las candelas de cera que al finalizar la procesión serían utilizadas en el Altar de la Virgen elaborado en la sede de la cofradía.
Era durante el retorno de la Virgen el día 16, cuando las selectas damas portaban los citados jarros adornados de flores dando sentido a su nombre. Las Capitanas del Jarro junto a sus 10 Capitanas Menores, también tenían la misión de adornar la “Cruz Galana” cada tercer sábado de mes, especialmente el tres de mayo, día de la Santa Cruz. Otros encargos para este grupo de mujeres, era llevar flores vernáculas al Altar de la Señora, durante todos los sábados del año. También eran las encargadas de “arreglar” a la Virgen el 8 de agosto, un día previo a la procesión. Además, tenían la misión de visitar el cementerio municipal llevando candelas de cera adornadas con listones de colores, con las que rendían culto a los antepasados.
La Mayora del Jarro tomaba posesión de su cargo el 21 de mayo y tenía vigencia de 8 años. La memoria colectiva de los izalcos recuerda a las sobresalientes señoras como Capitanas de la muy venerada Virgen de Agosto a las siguientes: Emilia Pasasin, Ana Ramos, Tránsito Quele, Adela Siguachi, Rosenda Pasin, María Quele de Musto, Cristina Ramírez, Julia Ramírez, Marcelina Siguachi, Vicenta Teshe, Ana Chile, María Tespan y otras no menos importantes que involuntariamente, se escapan de dicha memoria. En cuanto a la Virgen de Agosto, se anota:“Hace más de cincuenta años, demandaba por las calles de Izalco el 1 de mayo; saliendo también en rogativas, cuando había grandes sequías...”. El Rostro del Sincretismo, pág. 107
Hasta hace muy pocos años, la cofradía de la Virgen de Agosto poseía en su inventario de bienes, dos joyas de incalculable valor no sólo material, si no histórico: eran éstas un cascabel y un medallón de oro fundido, con la Imagen de San Miguel Arcángel. El collar se relaciona con los tláloc, debido a los carapachos de tortuga que lo formaban creyéndose que, al ser procesionada la Señora, los antiguos Izalcos invocaban las lluvias lo que era ayudado por las sonajas que poseía con su sonido peculiar.La relación se basa en el significado que los sapos, tortugas y peces tuvieran para nuestros abuelos en su pensamiento místico, quienes asociaban a estas “sagradas criaturas” al agua y, por ende, a las lluvias que hacen que la tierra dé sus frutos. La lamentable “pérdida” de estas joyas, es la razón del por qué en nuestros días durante las fiestas y Procesión, la Señora ya no lo las luzca perdiéndose irremediablemente el sentido místico en torno a Ella. Felizmente todavía se conserva su corona imperial antigua donada por Carlos V de Alemania, según se puede constatar en uno de sus grabados.
Imposible dejar de citar que, la fiesta en su cofradía se caracteriza por el reparto el día 16, de la tradicional sopa de chilayo. Narra Doña Leonor de la Cruz Sinto adorable anciana del Común, que el origen de esta tradición se remonta a principios del siglo pasado donde según anécdota local, tras una peste sufrida por las reses de la zona, Don Antonio Villeda, ganadero de las afueras de Izalco y futuro fiel devoto de la Virgen, fue objeto de un milagro concedido por la Señora de la Asunción, quien concedió el cese del mal. Narra la historia que la Poderosa Señora, se transformó en una mujer quien visitó el rancho del citado ganadero, cuando la peste estaba en lo mejor de matar cientos de reses. Al llegar al rancho, preguntó por el citado ganadero y al no encontrarlo, solamente sugirió que se comprara “criolina” en una farmacia de Sonsonate y que se la aplicara a las reses. Sin vacilar, Don Antonio muy obedientemente hizo lo que la desconocida Señora indicara y entonces se produjo el milagro ya que cesó la muerte del ganado.
Agradecido, vino a Izalco a buscar a la todavía incógnita mujer, pero debido a que cuando la desconocida visitó el rancho no dijo su nombre, ni dio otra información que la identificara, la búsqueda era más que complicada. Curiosamente, al llegar al barrio de la Cruz Galana el agradecido hombre se adentró a unos patios de un rancho, donde le dijeron que tenían una Virgen y las mujeres que lo acompañaban sin saber, pidieron conocerla. Al ingresar al rancho que servía como sede de la cofradía casi se desmayan cuando ven a la Virgen, con todas las facciones y ropas de la mujer que las visitara, dándoles el remedio para los animales; cuenta la historia que al mismo tiempo exclamaron: ¡Es ella, ella llegó al rancho! e inmediatamente, se arrodillaron para darle gracias por el milagro concedido. Tras el suceso y muy agradecido, Don Antonio regalaba sin falta año tras año, una res para que se cocinara la ahora comida tradicional.
Y decimos “la ahora comida tradicional”, porque según los recordados señores Mario Masin Payés, ex Alcalde del Común y Felipe Pilía Chile, la sopa era solamente ofrecida para los cofrades entrantes y salientes de la cofradía y agregaban que, en aquellos tiempos el plato era cocinado exclusivamente por hombres y servido en pequeños batidores de barro. Aseguraban que el caldo, se hacía con la carne del animal y que se cocía exclusivamente con el jugo de naranjas agrias y mucho chile, sin ningún tipo de verduras y que se servía en porciones muy pequeñas. Pero con el paso de los tiempos, se comenzó a popularizar su consumo, aunque todavía a mediados del siglo XX, se servía sin carne, pero mucho chile - por lo que se ganó su nombre tan peculiar: “chilayo”-, y sin verduras, aunque ya acompañada de las respectivas tortillas. Era costumbre que llegado el día 14, a las 3 de la tarde, los distintos Mayordomos lanzaran cohetes desde sus respectivas casas dándole más importancia a la fiesta. Como se puede ver, acá tenemos otro legado patrimonial muy importante para los izalqueños, por lo que es necesario hacer los esfuerzos necesarios para rescatar tanto “El Recibimiento”, como el cumplimiento del compromiso adquirido, la estructura de la cofradía y demás aspectos de su fiesta.
Imágenes








