Los Historiantes de Izalco
Carlos Magno y Los Doce Pares de Francia

Datos de Interés.

Ubicación: Izalco.
Datación: Siglo XVII.
Fiesta: Del 7 al 15 de agosto.

"¡Oh famoso emperador,
Cuyo real nombre
Asombra a las naciones
¡Y hace estremecer el orbe!
¿Y cómo ahora tan cobarde
A mis ardientes razones
¿No osas pelear con un solo hombre?
Envía dos o tres de tus varones
A Roldán, a Ricarte o a Oliveros
Que bastante soy para vencerlos
Y os juro por mi Dios soberano
No volverles la cara
si vinieren Los Doce Pares a mis manos.
Salgan ya los que fuesen más ufanos
Que sólo mi valor a todo espera;
Y si esto no hacen algún día
El orbe les dirá su cobardía..."

"Estamos en Izalco en el barrio Dolores, un 12 de agosto de los años ochenta del siglo pasado; a lo lejos, se oye un son de tambor llamando al combate, acompañado de un pito indígena. ¡Cipotes, salgan porque viene la Historia! Era la voz de nuestro recordado y queridísimo abuelo quien nos invitaba a salir a la calle para ver pasar frente a nuestras miradas, muy curiosas y entusiasmadas, el peculiar desfile de estos danzarines, quienes, ataviados de sus ropajes, que para nosotros eran todo un espectáculo, se hacían acompañar de sus sables, no dejando ninguna duda, que iban a la guerra. Al frente, desfilaba muy imponente el Gran Emperador Carlo Magno y en la fila contraria, el orgulloso Rey Balán; Oliveros igualmente iba presto a la batalla y el gran Fierabrás metía miedo a los cristianos; en fin, era todo un espectáculo que ha quedado en nuestros más gratos recuerdos de cuando Izalco, todavía mostraba su singular colorido cultural. ¡Van para la Iglesia "de allá abajo"! -apelativo con el que los habitantes de la parte Norte del pueblo, aluden al Templo Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción-, recordamos decir a los vecinos mayores, quienes efectivamente sabían cuál era el objetivo de tal escena. Las máscaras de los moros quedaron grabadas en nuestra mente”.

La fiesta de Moros y Cristianos, nace como rememoración de la etapa del poderío musulmán en la Península Ibérica y de las batallas que fueron alternando el poder entre musulmanes y cristianos. En algunas zonas costeras, con la fiesta se recuerda la lucha contra piratas berberiscos de los siglos XV, XVI o XVII. En los últimos tiempos, estas fiestas están viviendo un crecimiento espectacular, celebrándose en distintas ciudades y pueblos españoles del Sureste peninsular, como la Región de Murcia, Castilla-La Mancha, Andalucía Oriental y especialmente la Comunidad Valenciana, sobre todo en la provincia de Alicante, donde en la actualidad se concentran el mayor número de ciudades y poblaciones que celebran este tipo de festejos. En nuestras tierras, traídas estas Historias desde España, los conquistadores dejaron esta herencia cultural a todo lo largo y ancho del país. Con ellas, puede suponerse que los europeos intentaron dejar muy bien en claro, que el cristianismo es el vencedor sobre cualquiera otra cultura o religión. Esto hace suponer que la enseñanza de esta danza conllevaba el único fin de que nuestros abuelos mismos, escenificaran su propia derrota, en cuanto a la adopción de la nueva religión, aunque como ya se dijo, poco éxito tuvieron los frailes en dicho cometido. Se trata pues, del triunfo de la nueva religión implantada.

La danza en sí misma, está entremezclada con una gran cantidad de diálogos y varios personajes muy importantes para los españoles que tomaron parte, en las históricas batallas entre ellos y sus invasores, los moros. Estas historias, narran cómo fueron expulsados de su tierra, algo totalmente ajeno a nuestra etnia, pero que sirvió como ya se dijo, “de ejemplo”, para conocer el poder de Dios, sobre los paganos. Esta danza, tradicionalmente se dedica según en cada pueblo, a su respectivo Patrono-a; para el caso de Izalco, consecuentemente, nuestros Historiantes danzan, en honor a Nuestra Señora de la Asunción:
“Entonces con gran fiereza
En el puente de Amantible
Hubieron tantos paganos
Que pasarlos fue imposible…”

José Felipe Pilía Chile, danzarín y “maishtro” de la “Historia”: “Es que fijate que, desde sus inicios la danza se ha dedicado a la “Virgen de Agosto”, porque en la “Historia de Carlo Magno”, fue gracias a la intervención divina de la Virgen por la que los cristianos resultaron vencedores en el puente del Amantible”. El Común de Izalco se refieren a ella como “La Historia” a secas; otros más ladinizados, la citan como “Las Historias de Moros y Cristianos” o simplemente, “Los Historiantes”. Cabe decir, que son muchas las historias que los españoles enseñaran a nuestros abuelos, pero en Izalco la que más se ha representado son las de “Carlos V y el Renegado Corinto” y la de “Carlo Magno” –cuyo nombre original es “Los Doce Pares de Francia”-. En otras zonas del Occidente del país, se escenifican además de éstas las tituladas: “Fernando II”, “La Corona”, “Ganzul y el Gran Cerco de Zamora” y otra, conocida como “El Gran Taborlán de Persia”, respectivamente. Todas ellas de mucha riqueza histórica.

En un principio, pertenecer a este selecto grupo de danzarines, generalmente 8 de cada bando, nunca fue cosa fácil debido a que la mayoría de nuestros danzantes, escasamente podían leer y escribir. Los diálogos son muy extensos, por lo que no tenían otro remedio que memorizarlos, tras escucharlos de su maestro o director que, en este caso recibía el nombre genérico de “maishtro” quien, de igual manera, los había aprendido “de oído” de otro profesor. Muchos participantes participaban en la danza para cumplir alguna promesa que habían hecho a la Virgen de Agosto, tras haber recibido algún favor especial y por ello, no escatimaban el tremendo esfuerzo de memorizar tantas líneas y de danzar intensamente durante los días dedicados a su Santa Patrona. Tradicionalmente, a principios del siglo pasado los ensayos iniciaban en la mañana del Sábado de Gloria y el Ensayo Real –una presentación exclusiva para la cofradía que los patrocina-, era el 7 de agosto. Esto se debía a que, desde sus inicios la danza se dedicaba en honor a la Virgen de Agosto. Eran 2 cuadrillas en total. Su trabajo era muy intenso, ya que bailaban en varios lugares de importancia, tales como el Templo Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, el Templo de Jesús Nazareno, la ermita de la Virgen de los Remedios, las distintas Mesas Altares y los devotos que los solicitaban a título personal.

Sea cual sea la historia por escenificarse, nuestros Historiantes han de utilizar un vestuario especialmente confeccionado para este tipo de danza. Sus características dependen del personaje a escenificar, ya que no todos son iguales. La escuadra de los moros es la más vistosa, donde sobresalen los atuendos del Rey. Todos usan coronas de áureos zarcillos con un pequeño espejo a la altura de la frente; usan pelucas colochas que bajan por la espalda ya que debe recordarse que los personajes representados acá no son indígenas, sino europeos y árabes. En Izalco, el rostro de los moros ha de ir cubierto de una máscara hecha artesanalmente; a mediados del siglo pasado, éstas eran alquiladas en Nahuizalco, pero tras la sugerencia hecha por el Alcalde Municipal, Felipe Morán, se mandó hacer las izalqueñas, encargándoselas al escultor Santiago Quilizapa; ya desde ese entonces, nuestros Historiantes, poseyeron sus propias caretas. Muestran estas máscaras, bigotes colochos rubios o negros y con espesa barba, ojos azules, café o negros y una expresión de ira, ya que se trata de representar a los “bárbaros y guerreros moros”.

Ismael de Jesús Parada Ex Alcalde del Común e historiante “de cepa” de Izalco, recuerda a los personajes izalqueños que han danzado para la Virgen de Agosto desde mediados del siglo pasado y al recordado Pedro Siguachi, quien lo instruyó a él cuando apenas tenía 14 años. Afirma: “En esos tiempos, -acá se refiere a principios de los años sesenta-, salir en la Historia, era cosa formal; había que ensayar mucho para que todo saliera bien; los ensayos iniciaban el primer domingo de junio y todos los siguientes, hasta llegar a agosto”. También agrega, los nombres de los históricos danzarines: Felipe Pilía hacía el papel de Fierabrás; el Rey Balán era Arnoldo Sagüin; Floripes era Rosario Morán; Ángel Morán, hacía de Tabargante; a Galafre lo hacía Ricardo Parada; Oliveros por su parte, era Alberto Látin; Roldán era Lorenzo Siguachi; el Gui de Borgoña, era Andrés Culina; Gonzalo Chile era Reinier. Narra que el papel de Floripes siempre lo han hecho cipotas y nunca mujeres.

La música por su parte recuerda que estaba a cargo del recordado pitero, Rafael Siguachi; Mariano Calmo tocaba el tambor pequeño y el tambor grande era ejecutado por Layo Ramón. Todos estos personajes, tenían gran capacidad en la ejecución de dichos instrumentos. Asegura que todavía él, danzó la “Historia de Carlos V y el Renegado Corinto”, pero que ya hacia los años setenta, se optó por danzar la de” Carlo Magno”. Tras ser testigo de los cambios que ha experimentado la danza, asegura que las letras de la actual historia han sufrido muchas modificaciones y que, con el afán de facilitar la tarea se han ido resumiendo, para hacerlas más cortas y además agrega que, también el lenguaje original muy castellano se ha ido adaptando al estilo idiomático nuestro. Afirma que hasta en la manera de hacer la presentación, ha habido cambios; relata por ejemplo que antes, el saludo a los respectivos Reyes, tanto moros como cristianos, se hacía de rodillas y con la espada sembrada en el suelo, al estilo medieval. También cita que el auge de la danza a mediados del siglo pasado se debió a la influencia del cine épico cristiano, donde se exhibían atuendos de reyes y soldados, tal y como se apreciaba en las clásicas “Ben-Hur”, “El Manto Sagrado”, “Quo Vadis” y otras.

En su narración agrega que en otros tiempos el manto del Rey Moro llevaba un sol en cada hombro y uno grande en la espalda y que el color de estos mantos era rojo; los cristianos usaban mantos de cualquier color, menos rojo y sólo Clarín el gracejo cristiano, ha de llevar máscara. El 7 de agosto a mediados de los años sesenta, se realizaba el “Ensayo Real” generalmente, en la casa del “maishtro” que dirigía al grupo. Ese día se hacía una pequeña fiesta, con tamales, café y un almuerzo en dicho lugar. Por la mañana, se dirigía el grupo hacia la Mesa Altar con el fin de llevar a la Virgen al sitio donde se realizaba dicho ensayo. Se recuerda al muy conocido Eduardo Vega, como uno de los izalqueños que colaboraba con leña para facilitar la celebración. La Virgen permanecía en ese lugar todo el día y la noche, por lo que se hacía la respectiva “Vela”; por la tarde se hacía en ensayo en sí, pero no se revestían los danzarines; únicamente utilizaban las espadas reales de la danza. Al día siguiente, 8 de agosto, la Historia se bailaba en la casa de la “Florera”.

Desde muy temprano, se sacaba la Virgen de la casa donde había presenciado el “Ensayo Real” y era conducida hacia la casa de habitación de la familia oferente del vestido y jardín, que llevaría María Asunción en su procesión de ese día, hacia la Parroquia Nuestra Señora de la Asunción. “Así era el costumbre”, narra Ismael Parada. Antes de llevar la Virgen ya arreglada a su cofradía para iniciar la procesión o “Recibimiento”, se hacía “una bailada” formal en señal de agradecimiento para la oferente de los atuendos. Salían del lugar y se conducían a la sede de la cofradía donde se repartía chilate a todos los asistentes, previas 3 de la tarde, hora en la que se salía con la efigie hacia El Templo de Asunción. En cuanto al uso de las máscaras con ellas, independientemente del tipo de danza donde sean utilizadas, los danzarines cambian su identidad, con el objetivo de representar algún ser, de acuerdo con los que se quieran convertir; para el caso de la Historia, se trata de personificar tanto a europeos como árabes. Incluso, con las máscaras es posible representar al bien y al mal, como lo es en este caso.

“Quienquiera que use una máscara, renuncia a su propia identidad y asume la de otro”, cita una escritora en torno al uso de éstas, en cuales quiera de las danzas típicas de nuestros pueblos. Aunque cabe aclarar, que no necesariamente todas las danzas requieren del uso de estas prendas; dependerá de lo que se trate. Por otro lado, cita un estudioso: “puede decirse que en las danzas con figuras de animales –como la del Tigre y del Venado-, se relacionan con los naguales, es decir, espíritus de los animales que nos protegen durante nuestra vida. Sin embargo, con el proceso de cristianización, la religión cristiana anuló esa concepción de mundo prehispánico y aprovechó su figura para convertirlos en seres emblemáticos que reverencian a Dios”. Construidas de cedro o güiligüishte, su manufactura conlleva un proceso complejo: se corta un trozo cilíndrico o cuadrado en relación con el tamaño que se desee para la máscara; con un formón se va dando forma al rostro, hasta que quede tallado completamente. Luego, se devasta la cara posterior formando el espacio convexo necesario, para quien ha de usarla; en esta parte, se forra de tela o esponja para mayor comodidad. Con una mezcla de pintura y resistol, se le da vida a la máscara en sí, pintándole las características físicas, según lo que ha de representar.

Volviendo a las vestimentas de nuestros Historiantes, a la altura del cuello, cuelgan nutridas soguillas de muchos colores; también portan manto a la usanza europea. En ellos, se dibujan soles muy relucientes, como un aporte de la cultura mediterránea. Infaltables son las espadas adornadas con pañuelos multicolores; se agregan a sus atuendos, armaduras con franjas plateadas y pantalones cortos; las medias se suben hasta las rodillas y usan calzado. El Rey y la Princesa, lucen paraguas y sombrilla en algunas veces, representando esto, la “protección del cielo”; mientras tanto, el personaje que hace las veces de bufón lleva un cuerno lleno de chicha, para ofrecerla a sus superiores. La escuadra de los cristianos por su parte lleva uniformes militares de colores intensamente vivos y sólo el del “gracejo”, se parece al de los moros. Algunos acostumbraban a lucir monedas antiguas colgadas de su cuello. Los moros deben mostrar en sus mantos respectivos, la simbología propia de su religión, lo que los diferencia de sus adversarios, quienes, al contario, muestran símbolos cristianos, sobresaliendo los Rosarios sobre su pecho.

Ya en plena danza, suenan los tambores y el pito de carrizo a ritmo guerrero y ritual, a veces movido o precipitoso. Los bailes se desenvuelven uno a la par del otro; cuando lo hace el Rey o los Embajadores, sin el compañero acostumbrado, es el bufón quien le sigue los pasos. Además, los diálogos, a los que los izalcos llaman “relaciones”, son recitados con un soneto particular. Los personajes de la Historia de los Doce Pares de Francia:
Cristianos: Emperador Carlos Magno, Oliveros (Conde de Genis), Reinier (Su Padre), Roldán (Conde de Seconia), Ricarte (Duque de Normandía), Don Gui de Borgoña, Clarín (Gracioso).
Moros: Balán (Rey de Alejandría), Fierabrás (Su Hijo), Floripes (Su Hija), Brutamonte (Embajador), Lucafer / Tabargante, Arbolán (Soldado), Galafre (Gracioso). Cabe aclarar que estos nombres difieren en la actualidad, debido a las muchas modificaciones y adecuaciones que se ha hecho a los documentos originales.

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